No hay nada mejor que el agua de la manguera en un caluroso día de verano. Podiamos estar afuera desde el amanecer hasta el anochecer, montando en bicicleta, trepando árboles, jugando a la pelota hasta que se nos pelaban las rodillas y se nos enrojecía la cara por el calor.
Nada de bebidas deportivas sofisticadas con colores neón, solo esa agua de manguera fría y con un sabor ligeramente metálico que, de alguna manera, parecía lo mejor que habías probado en tu vida.
Nada de bebidas deportivas sofisticadas con colores neón, solo esa agua de manguera fría y con un sabor ligeramente metálico que, de alguna manera, parecía lo mejor que habías probado en tu vida.
No hay nada mejor que el agua de la manguera en un caluroso día de verano. Podiamos estar afuera desde el amanecer hasta el anochecer, montando en bicicleta, trepando árboles, jugando a la pelota hasta que se nos pelaban las rodillas y se nos enrojecía la cara por el calor.
Nada de bebidas deportivas sofisticadas con colores neón, solo esa agua de manguera fría y con un sabor ligeramente metálico que, de alguna manera, parecía lo mejor que habías probado en tu vida.
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