• El Guerrero del Fuego: la leyenda de Itzpapálotl y el rayo de obsidiana

    En las noches más oscuras, cuando el cielo parece hecho de piedra, los antiguos mexicas hablaban de Itzpapálotl, la mariposa de obsidiana. No era dulce ni frágil. Era temida. Hermosa y letal. Dicen que su verdadera forma era la de un ser alado, con cuchillas de obsidiana por brazos, capaz de rasgar el cielo con un solo movimiento.

    Ella reinaba sobre el Tamoanchan, un paraíso sagrado donde nacieron las flores, el pulque… y la promesa de vida eterna. Pero ese paraíso no era para cualquiera. Solo los guerreros verdaderos, los que habían dado todo en batalla, podían entrar. Y aún así, debían enfrentarse a ella.

    Cuenta la leyenda que un guerrero mortal, Cuauhtli, quiso lo imposible. No buscaba entrar al Tamoanchan por gloria, sino por ambición. Quería robar el rayo de obsidiana, un objeto sagrado que guardaba la esencia misma de Itzpapálotl.

    Llegó al umbral del paraíso, cruzó sombras y cantos antiguos. Y cuando estuvo frente a ella, no dudó. Tocó el rayo. Solo por un instante. Pero eso bastó.

    Un fuego celestial lo envolvió. Su cuerpo ardió, su alma se encendió. Y entonces, se alzó al cielo… convertido en estrella.

    Desde entonces, decían los abuelos, que cada estrella fugaz es un guerrero como Cuauhtli: una chispa que intenta regresar al paraíso, pero que arde antes de lograrlo.

    Itzpapálotl sigue ahí. En lo alto, cortando el viento con sus alas afiladas, cuidando lo sagrado. Y recordando a quienes intentaron robar lo que solo se entrega a quienes saben morir con honor.

    #MisteriosAntiguos #Mesopotamia #HistoriaDelTiempo #ImperioMexica
    El Guerrero del Fuego: la leyenda de Itzpapálotl y el rayo de obsidiana 📜 En las noches más oscuras, cuando el cielo parece hecho de piedra, los antiguos mexicas hablaban de Itzpapálotl, la mariposa de obsidiana. No era dulce ni frágil. Era temida. Hermosa y letal. Dicen que su verdadera forma era la de un ser alado, con cuchillas de obsidiana por brazos, capaz de rasgar el cielo con un solo movimiento. Ella reinaba sobre el Tamoanchan, un paraíso sagrado donde nacieron las flores, el pulque… y la promesa de vida eterna. Pero ese paraíso no era para cualquiera. Solo los guerreros verdaderos, los que habían dado todo en batalla, podían entrar. Y aún así, debían enfrentarse a ella. Cuenta la leyenda que un guerrero mortal, Cuauhtli, quiso lo imposible. No buscaba entrar al Tamoanchan por gloria, sino por ambición. Quería robar el rayo de obsidiana, un objeto sagrado que guardaba la esencia misma de Itzpapálotl. Llegó al umbral del paraíso, cruzó sombras y cantos antiguos. Y cuando estuvo frente a ella, no dudó. Tocó el rayo. Solo por un instante. Pero eso bastó. Un fuego celestial lo envolvió. Su cuerpo ardió, su alma se encendió. Y entonces, se alzó al cielo… convertido en estrella. Desde entonces, decían los abuelos, que cada estrella fugaz es un guerrero como Cuauhtli: una chispa que intenta regresar al paraíso, pero que arde antes de lograrlo. Itzpapálotl sigue ahí. En lo alto, cortando el viento con sus alas afiladas, cuidando lo sagrado. Y recordando a quienes intentaron robar lo que solo se entrega a quienes saben morir con honor. #MisteriosAntiguos #Mesopotamia #HistoriaDelTiempo #ImperioMexica
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