La evolución es un hecho científico respaldado por fósiles, genética y observación en tiempo real.
En definitiva, es uno de los principios más fundamentados y fundamentales de la ciencia moderna, respaldado por una abrumadora cantidad de evidencia.
Analicemos a fondo la evidencia y lo que sabemos sobre nuestro origen.
Los fósiles revelan registros claros de la transformación de las especies a lo largo de millones de años, incluyendo formas de transición que muestran cómo las especies antiguas dieron lugar gradualmente a las modernas.
La genética aporta otra capa de confirmación, al descubrir secuencias de ADN compartidas que apuntan a una ascendencia común entre todos los organismos vivos. Estas similitudes genéticas, ya sea en moscas de la fruta o en humanos, son innegables y proporcionan un mapa molecular de la historia evolutiva.
Pero la evolución no es solo algo que ocurrió en un pasado lejano, sino que está ocurriendo ahora mismo. El auge de bacterias resistentes a los antibióticos e insectos resistentes a los pesticidas son ejemplos reales de selección natural, uno de los mecanismos clave de la evolución. Otras fuerzas, como la mutación genética, la recombinación y la deriva genética, también ayudan a explicar cómo las especies se adaptan y divergen a lo largo de las generaciones. Con una sólida base teórica y fenómenos observables que la acompañan, la evolución se erige como un hecho científico y un sólido marco explicativo para comprender la diversidad de la vida en la Tierra.
Fuente: Academia Nacional de Ciencias. (2008). Ciencia, Evolución y Creacionismo. Washington, DC: The National Academies Press.
La evolución es un hecho científico respaldado por fósiles, genética y observación en tiempo real.
En definitiva, es uno de los principios más fundamentados y fundamentales de la ciencia moderna, respaldado por una abrumadora cantidad de evidencia.
Analicemos a fondo la evidencia y lo que sabemos sobre nuestro origen.
Los fósiles revelan registros claros de la transformación de las especies a lo largo de millones de años, incluyendo formas de transición que muestran cómo las especies antiguas dieron lugar gradualmente a las modernas.
La genética aporta otra capa de confirmación, al descubrir secuencias de ADN compartidas que apuntan a una ascendencia común entre todos los organismos vivos. Estas similitudes genéticas, ya sea en moscas de la fruta o en humanos, son innegables y proporcionan un mapa molecular de la historia evolutiva.
Pero la evolución no es solo algo que ocurrió en un pasado lejano, sino que está ocurriendo ahora mismo. El auge de bacterias resistentes a los antibióticos e insectos resistentes a los pesticidas son ejemplos reales de selección natural, uno de los mecanismos clave de la evolución. Otras fuerzas, como la mutación genética, la recombinación y la deriva genética, también ayudan a explicar cómo las especies se adaptan y divergen a lo largo de las generaciones. Con una sólida base teórica y fenómenos observables que la acompañan, la evolución se erige como un hecho científico y un sólido marco explicativo para comprender la diversidad de la vida en la Tierra.
Fuente: Academia Nacional de Ciencias. (2008). Ciencia, Evolución y Creacionismo. Washington, DC: The National Academies Press.