Imagina una semilla cruzando el océano y aún así despertando en una playa soleada.
El coco puede hacer exactamente eso. Cabalga las olas dentro de una cáscara dura y fibrosa. El agua salada no lo altera. El sol y el rocío lo cubren como el clima en un pequeño bote.
En el mar, permanece tranquilo. Sin brotes. Sin descomposición. Simplemente flotando. Las semanas se convierten en meses. Las corrientes lo dirigen.
Entonces, un día, toca arena cálida y se detiene en la línea de la marea. La cáscara aún está fuerte. En su interior, la semilla está viva.
La humedad llega al punto justo y la cáscara se abre. Una raíz se aferra a la orilla. Un brote levanta su primera hoja. Ese largo viaje se convierte en sombra, agua, alimento y un hogar para pájaros y cangrejos.
Parece suerte, pero es diseño. Fibras flotantes. Una semilla sellada. Un reloj paciente programado para comenzar solo cuando la tierra dice sí.
Aviso legal: La imágen se género con inteligencia artificial únicamente con fines ilustrativos.
El coco puede hacer exactamente eso. Cabalga las olas dentro de una cáscara dura y fibrosa. El agua salada no lo altera. El sol y el rocío lo cubren como el clima en un pequeño bote.
En el mar, permanece tranquilo. Sin brotes. Sin descomposición. Simplemente flotando. Las semanas se convierten en meses. Las corrientes lo dirigen.
Entonces, un día, toca arena cálida y se detiene en la línea de la marea. La cáscara aún está fuerte. En su interior, la semilla está viva.
La humedad llega al punto justo y la cáscara se abre. Una raíz se aferra a la orilla. Un brote levanta su primera hoja. Ese largo viaje se convierte en sombra, agua, alimento y un hogar para pájaros y cangrejos.
Parece suerte, pero es diseño. Fibras flotantes. Una semilla sellada. Un reloj paciente programado para comenzar solo cuando la tierra dice sí.
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Imagina una semilla cruzando el océano y aún así despertando en una playa soleada.
El coco puede hacer exactamente eso. Cabalga las olas dentro de una cáscara dura y fibrosa. El agua salada no lo altera. El sol y el rocío lo cubren como el clima en un pequeño bote.
En el mar, permanece tranquilo. Sin brotes. Sin descomposición. Simplemente flotando. Las semanas se convierten en meses. Las corrientes lo dirigen.
Entonces, un día, toca arena cálida y se detiene en la línea de la marea. La cáscara aún está fuerte. En su interior, la semilla está viva.
La humedad llega al punto justo y la cáscara se abre. Una raíz se aferra a la orilla. Un brote levanta su primera hoja. Ese largo viaje se convierte en sombra, agua, alimento y un hogar para pájaros y cangrejos.
Parece suerte, pero es diseño. Fibras flotantes. Una semilla sellada. Un reloj paciente programado para comenzar solo cuando la tierra dice sí.
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